martes, 3 de septiembre de 2013

HISTORIA DE LAS AMETRALLADORAS DE APOYO



Historia de las ametralladoras
El deseo de todos los ejércitos de poseer armas capaces de disparar en forma continuada, de descarga o en combinación de ambas, pero en cualquier caso con rapidez, es tan antiguo como la misma pólvora. También lo son las ideas para llevar estos deseos a cabo, siendo la primera, principal y más necesaria la de retrocarga. 

Pero la materialización práctica de estos deseos no fue posible (y no por falta de ideas) hasta bien entrado el siglo XIX cuando la retrocarga, gracias al cartucho metálico tal y como le conocemos hoy día, fue una realidad práctica. 

El arma de defensa Puckle 

Se tienen noticias de la existencia de inventos relativos a armas de repetición en tiempos lejanos como el siglo XVI; algunos son extremadamente complicados y nada prácticos, otros afortunadamente más acertados. 
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Entre estos últimos se encuentra un arma de repetición consistente en algo que mereció la atención de ser examinada y probada por el Board of Ordenance británico (tribunal que asumía la competencia del examen). 
Su autor, un inglés llamado James Puckle, patentó en mayo de 1718 un revólver, pues constaba de cañón único, que tenía acoplado en su parte posterior un cilindro con varias recámaras, en número de seis a nueve. 

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Dicho cilindro se giraba a mano con el objeto de enfrentar una recámara cargada al cañón del arma. Una vez efectuado este enfrentamiento, por medio de una manivela de eje roscado, se empujaba todo el cilindro hacia el cañón con el fin de centrar la recámara del cilindro con éste, y evitar una gran fuga de gases; para ello las bocas de las recámaras del cilindro tenían forma cónica y la parte posterior del cañón estaba abocardada convenientemente. 

La “Mitrailleuse” Montigny 

En la primera generación de ametralladoras los disparos y su cadencia se realizaban gracias a la fuerza muscular del sirviente, al accionar éste una manivela. 
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En Europa, el primer arma de dicho tipo de interés militar fue la inventada en 1851 por el capitán belga Fafchamps, el cual traspasó su idea a un fabricante llamado Montigny, que a su vez introdujo ciertas mejoras y fabricó varias unidades destinadas a la defensa de fortalezas belgas. 
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Esta “mitrailleuse” consistía en un ramillete de 37 cañones dentro de una envuelta cilíndrica, montado todo ello sobre una cureña, dando apariencia de una pieza de artillería de campaña. Un cierre de recámara portando 37 agujas percusoras podía deslizarse hacia atrás y hacia delante sobre un soporte situado detrás de los cañones. 
Una gruesa placa, taladrada con 37 recámaras y cargada con la misma cantidad de cartuchos (los reglamentarios de fusil Chassepot); se introducía entre la parte posterior de los cañones y el bloque de cierre de recámara, el cual en este momento, se empujaba hacia adelante y se bloqueaba, forzando en esta operación a que los proyectiles y parte de la boca de los cartuchos entrasen en sus respectivos cañones. 
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Al girar una manivela situada en la parte posterior del arma, se provocaba la sucesiva liberación de las agujas percusoras y por consiguiente, los disparos; por supuesto y como se desprende de su funcionamiento, la cadencia de fuego dependía de la rapidez de giro de la mencionada manivela. Parece ser que disponiendo de suficiente cantidad de placas previamente cargadas, su cadencia de tiro se podía situar en unos trescientos disparos por minuto. Dato a reseñar es que este arma de guerra con su dotación de dos mil cien cartuchos y accesorios pesaba casi dos toneladas. 

Gatling, Maxim, Browning 

Si de entre los nombres de las personas que por sus ideas, junto con sus realizaciones prácticas en el campo que nos ocupa, tuviéramos que elegir a tres, estos serían, sin duda, los de Gatling, Maxim y Browning. 
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El de Richard J. Gatling por ser el autor (en 1862) de una ametralladora de accionamiento manual, la primera y única de este tipo que por sus éxitos se extendió por todo el mundo. Su autor ingenuamente pensó que el temor a un arma tan terrible acabaría para siempre con todas las guerras. 
A Hiram Maxim como el creador (en 1883) de la primera ametralladora de funcionamiento totalmente automático, basada en el aprovechamiento de la fuerza de retroceso generada en el momento del disparo. En éxito, difusión y utilización superó ampliamente a su predecesora Gatling, a la que convirtió en pieza de museo. 
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A John Browning, el cerebro más fértil de entre todos los diseñadores de armas americanos, se le debe entre muchos otros aciertos en el campo de las armas automáticas, la paternidad (en 1890) de la primera ametralladora con éxito, cuyo funcionamiento del sistema de automatismo está basado en la expansión de los gases procedentes de la combustión de la pólvora en el momento del disparo. 
La gran mayoría de ametralladoras ligeras y rifles de asalto actuales, basan su funcionamiento en este sistema. 
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Gatling 

Un arma de la primera generación de ametralladoras, y la única de éxito universal, fue la ampliamente extendida Gatling. 
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Su inventor, el doctor Richard Gatling, patentó el primer modelo en 1862, consistente en seis cañones rotativos alrededor de un eje central; un depósito en su parte superior alimentado con unos cilindros de acero cargados previamente con pólvora, bala y pistón, y un sistema de accionamiento manual, que hace salir del depósito de alimentación un cilindro-cartucho, ponerlo en línea cuando ambos están en la parte inferior de su rotación. 
El resto del ciclo despeja del arma el cilindro disparando para poder permitir el paso a un nuevo “cartucho” cuando nuevamente el cañón disparado se encuentra en su parte superior. Evidentemente en este sistema, el aumento de cañones, o el aumento de velocidad de rotación de estos, permite aumentar la cadencia de fuego. 
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(Hoy día, la fuerza aérea estadounidense utiliza una ametralladora -la Vulcan de calibre 20mm.- con seis cañones rotativos accionados eléctricamente, tiene una cadencia de tiro de seis mil disparos por minuto y su diseño está basado en la idea de Gatling). 
Inherentes al diseño, existían problemas de alineamiento correcto entre los cilindros-cartucho y los cañones, así como fuga de gases entre ambos elementos en el momento del disparo. Un gran avance fue modificar los cilindros para aceptar cartuchos metálicos de percusión anular (con esta innovación fue presentada al ejército de los EEUU). 
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En 1865, con un diseño total, que evitaba todos los problemas mencionados, quedó definitivamente perfeccionado este sistema de tiro rápido, y permaneció vigente hasta que fue desplazado por otros de accionamiento automático mediante mecanismos de repetición. 
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El nuevo diseño consistía en utilizar el casi recién aparecido cartucho de fuego central, y sin abandonar la idea principal de los cañones giratorios, proveer el arma de los mecanismos adecuados para introducir los cartuchos en las recámaras de los cañones, dispararlos y extraer sus vainas. 
Detrás de los cañones y girando con ellos existe un bloque, más bien alargado, que contiene su parte externa tanto pistones como cañones. Dichos pistones, a su vez, contienen la aguja percusora y su muelle, así como la uña extractora. Estos émbolos se movían hacia adelante y hacia atrás según iba girando el bloque por medio de una leva fija estacionada en la parte posterior del mencionado cilindro. 
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Para aclarar el ciclo de disparo de cualquier cañón diremos que cuando se encuentra en su parte más alta, el pistón correspondiente está totalmente retirado de la recámara, para permitir que por gravedad, caiga el cartucho fresco en uno vaciado semicircular existente entre el cañón y el pistón y por el cual se desliza este último. 
Según va girando el conjunto, el cartucho es empujado hacia su recámara, introducido totalmente y, cuando se encuentra el cañón tomado como ejemplo en su parte más baja de giro, con el pistón bloqueado, se libera la aguja percusora efectuándose el disparo. A medida que va completando el giro, ahora hacia arriba, se va retirando la vaina o cartucho fallado, para que al llegar a su parte superior se encuentre nuevamente en condiciones de repetir el ciclo mencionado. 
No necesita aclaración que en pleno funcionamiento y simultáneamente cada cañón y su mecanismo asociado están realizando una parte distinta de la secuencia de disparo, adelantada o retrasada con respecto a otro, dependiendo de sus posiciones relativas. 

Gatling en Europa 

En Estados Unidos de América, una vez acabada la guerra civil, la lógica e incesante demanda de armamento se paró, por lo que el doctor Gatling buscó nuevo mercado en el viejo continente, en donde cada país, si no estaba en guerra con su vecino, se preparaba para ella. 
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Los franceses, si bien se interesaron por los Gatling, ya tenían su “mitrailleuse”; los rusos, metidos en sus guerras de expansión por tierras asiáticas, sí se interesaron vivamente en ella, comprándolas primero y fabricándolas después. 
Por cierto el general Gorloff, jefe de la comisión enviada por el zar a los EEUU para gestionar la compra de las ametralladoras Gatling, insistió en que todas las unidades enviadas a su país llevasen una placa con su nombre escrito en ruso; resultado: las ametralladoras Gatling entonces y hoy son conocidas en Rusia como ametralladoras “Gorloff”. 
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Los turcos que sospechaban las intenciones de sus vecinos rusos, también se proveyeron de ellas, y la utilizaron en la guerra que se les vino encima (la ruso-turca de 1877-78). 
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Los británicos, metidos en campañas coloniales, también la compraron para su ejército, en 1874 y para su marina en 1875, fabricándola posteriormente bajo licencia. 
En España se pueden ver actualmente varios ejemplares perfectamente conservados en el Museo del Ejército de Madrid, fabricados por Colt, cosa que no es de extrañar, pues el doctor Gatling en 1866 cedió los derechos de fabricación a dicha firma, la cual ha venido ejercitando hasta su cese de producción. 
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Ametralladora Gardner 

Otra ametralladora de accionamiento manual fue la Gardner, cuyo inventor, el capitán del ejército estadounidense William Gardner, diseñó y construyó en 1874 un arma de repetición consistente básicamente en cañones colocados en forma paralela y cercana, los cuales estaban acoplados a un bloque que contiene en su interior dos cierres de recámara (uno para cada cañón) con sus mecanismos de disparo y extracción. 
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Estos cierres eran accionados en movimiento de vaiven alternante, de tal forma que cuando uno estaba en su posición de cierre de recámara, el otro permanecía enteramente abierto para permitir alimentar el cartucho procedente de un sector de alimentación de recámara, al cual le llegaban los cartuchos desde un único cargador vertical, en donde eran sujetados por el reborde del culote y deslizados hacia el arma por su propio peso. 
Los mencionados émbolos de bloqueo y disparo, así como el selector de alimentación de cartuchos eran accionados por el movimiento de una manivela manejada por el operador del arma; un segundo operador proveía de nuevos cargadores o alimentaba con cartuchos el cargador instalado, permitiendo así una cadencia sostenida de fuego de trescientos disparos por minuto. En una prueba realizada en 1879 se dispararon diez mil cartuchos en 27 minutos y 37 segundos. 
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Este arma extremadamente fiable y segura, no fue aceptada en los Estados Unidos (quizá por estar satisfechos con la Gatling). Fue ofrecida por su inventor a Inglaterra, nación que rápidamente la adoptó en 1882 para su ejército y su marina en versiones de dos y cinco cañones, siendo reemplazada en 1890 por una nueva ametralladora (la Maxim), permaneciendo, no obstante en inventario del ejército hasta 1926. 
Ya dijimos al principio, refiriéndonos al automatismo de las de las ametralladoras que éste se debía al aprovechamiento de la fuerza de retroceso del conjunto o al de la presión ejercida por la expansión de los gases de la pólvora en el momento del disparo. 
Ampliando un poco más estos dos grandes grupos, diremos que en ellos están basados el funcionamiento de todas las armas, automáticas existentes, ya sea pistola, fusil o ametralladora. 
Tenemos comprendida en el grupo primero todas las que hacen retroceder, mucho o poco, el cañón con su sistema de cierre durante un corto período de tiempo para que, en un momento dado, al pararse el cañón, se desbloquee el cierre y siega este último alejándose hasta finalizar su ciclo de recorrido. (La ametralladora Maxim está comprendida en este sistema, así como gran número de pistolas automáticas.) 
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Del segundo grupo, que comprende todos los sistemas que aprovechan la presión de los gases, tenemos dos subdivisiones (ambas con cañón fijo y que sólo retrocede el aparato de cierre). 

a) Cuando el mecanismo de cierre (cerrojo, émbolo, corredera, etc.) retrocede directamente impulsado por la vaina del cartucho (ametralladora Swarzlose, subfusiles, metralletas y variedad de rifles y pistolas que disparan cartuchos de escasa potencia). 
b) Cuando el cierre retrocede directamente impulsado por un pistón accionado por el chorro de gases de la pólvora salidos por un orificio del ánima situado cerca de la boca del cañón del arma (ametralladora Browning, Hotchkiss, así como la mayoría de los fusiles de asalto actuales). 
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Cualquiera de estos tres sistemas cumplen el ciclo repetitivo de introducir en la recámara un cartucho, dispararle (manteniendo la recámara cerrada hasta que la presión de los gases haya bajado a límites no peligrosos) y extraer la vaina recién disparada para volver a alimentar y repetir el ciclo, mientras exista munición o se mantenga la presión sobre el gatillo de disparo. Es obvio que la introducción del primer cartucho en recámara necesita siempre la intervención manual. 

Ametralladora Maxim 

Esta ametralladora, inventada en 1884 por el célebre electricista y fecundo ingeniero americano Hiram Stevens Maxim, fue la primera, y por tanto la más antigua, de todas las ametralladoras automáticas, en su época, por sus excelentes condiciones y funcionamiento, fue la más generalizada. 
Se fabricaron varios modelos que difieren únicamente por ligeros pormenores. 
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Adoptada a principios de siglo por Inglaterra, Alemania, Suiza, Rusia, Japón y la mayoría de las marinas de otros países, fue utilizada ampliamente por todos los países beligerantes durante la Primera Guerra Mundial y parcialmente por algunos en la Segunda; 
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ha permanecido en el ejército soviético hasta 1945, y en el de China continental hasta 1952. Ha sido utilizada sobre montaje de ruedas de trineo, de parapeto, de trípode, etc. según el servicio al cual iban destinadas. 
De ella, cuando expiró su patente, se derivaron, la también famosa Vikers inglesa, consistente en una versión más simplificada y reducida de peso (18kg) que ha permanecido en el ejército británico como ametralladora estándar del tipo medio desde 1912 hasta 1967. 
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Y la alemana Parabellum M.G. (11kg), versión altamente refinada de la Maxim, refrigerada por aire debido a que se diseñó como arma principal a ser montada en aviones o zeppelines, usándose posteriormente por la infantería en la Primera y Segunda Guerra Mundial. 
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Es una máquina típica de las que para su automatismo, aprovechan la fuerza de retroceso, por tanto en cuadrada en el primer grupo de los mencionados y es, como ya dijimos, la primera de funcionamiento totalmente automático y también la primera que funciona por el retroceso del cañón junto con su sistema de cierre en el momento del disparo. 
Se la distingue fácilmente porque su cañón va dentro de un cilindro de bronce que se llena de cuatro litros de agua para retardar su calentamiento. 
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Funcionamiento 
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El mecanismo de cierre es de los llamados de “articulación de rodilla” por su semejanza de funcionamiento con esta parte del cuerpo. 
La cara anterior del bloque de cierre tiene una guía vertical móvil que se engarza a tres cartuchos (del mismo modo que un cargador de fusil lo hace): 
el superior, que se encuentra en la canana; el del centro, que están en la recámara, y debajo la vaina disparada. 
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En el momento del disparo retrocede el cierre, la guía saca de la canana el cartucho que tiene previamente sujeto, y de la recámara, la vaina del recién disparado. 
Por la acción del mecanismo, baja la guía y con ella el cartucho superior hasta que queda frente a la recámara. 
En este momento avanza el cierre, con lo que queda cargado el cañón y la vaina vacía en el tubo de expulsión que hay debajo. 
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Sube la guía, resbalando en ella el cartucho que hay dentro de la recámara y también la vaina vacía que, al llegar al extremo inferior de la guía, se desprende de ésta y queda en dicho tubo, engarzando la parte superior el cartucho siguiente que le presente la canana en su avance intermitente. 
La cinta-canana entra por el costado derecho y sale vacía por el izquierdo. Consta de dos cintas de lona, entre las que se colocan 250 cartuchos, los cuales quedan sujetos y separados entre sí por medio de unas chapitas de metal. 
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Este arma pesa unos 25kg y su trípode otro tanto.

Tiene una cara posterior del cajón de mecanismos dos empuñaduras cilíndricas de bronce, y entre ellas dos botones donde se apoyan los pulgares, que hacen funcionar el disparador. 
Al mantener la presión sobre éstos se suceden los disparos automáticamente a razón de 600 por minuto. 
En algunos modelos, además del tipo de empuñadura mencionada, existe una pistola entre ambas con el correspondiente arco de guardamonte, dentro del cual se encuentra el disparador. 
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De la bondad de este sistema da claro testimonio el hecho acontecido en la Primera Guerra Mundial, en la batalla del Somme, el 22 de agosto de 1916, en donde faltaron 250 cartuchos para llegar a un millón el número de los disparos durante doce horas, por diez ametralladoras Vickers, sin más paradas que las necesarias para aceitar, recargar, cambiar cañones desgastados y suministrar agua al sistema refrigerante (aproximadamente cien cañones desgastados y más de 50 litros de agua evaporados, reemplazándola con orina cuando se agotó ésta). 
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Al final, las ametralladoras estaban tan en perfecto orden de funcionamiento como al principio de esta acción bélica. 

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